Existe y trepa, en líneas y cuantas migajas de lo que no duerme, un animal cuadriculado.
Se enreda en la garganta de una serpentina, en los lomos de un epílogo gordo.
Combate y arquea espinas sobre la pierna incesante de un triángulo inexacto.
Trae entre sus dientes:
Sofás cojos,
Sopas descoloridas,
Memorias coaguladas,
Iglesias estándar,
La leche triste de un jilguero mudo,
Monedas exprimidas en el pecho de un murmullo de piedra…
Un animal distante se arrepiente en un ángulo sempiterno
y cae una vulva en aforas repleta de persignaciones.
Él es ella, un semidios, una semidiosa, un repostero por abrir.
Un éxtasis recogido en apurados grafitis…
Ya tarde, ninguno de los dos consortes duerme, solo crían paredes y otras similitudes con el cielo.
Fotografía, Gilbert Garcin