Anoche soñé conmigo mismo
y una piedra guardaba en su piel blanca
todas las fundaciones de mi sed.
La imaginación de mi madre en la estrofa de un vencejo.

No soporto la bulla de un fantasma rompiéndose en globos inexactos,
aquel ruido se asemeja al logos de mi primera resurrección…

Se acerca un ángulo ambidiestro a mi espalda y tengo miedo,
miedo de leer sombras que, una tras otras, llenan la memoria salvaje
de mis trincheras.

¿Por qué toco la guitarra?

Ayer leí un poemario y este no me decía nada…
solo deseo desnudar mis dedos hasta que sangren,
hasta sentir el hueso de un arpegio.

Es hora de volver a escribir un epílogo.

<<Después del poema, todos o nadie>>

Fotografía Pinterest