(Caracas, Venezuela 1964)

Comenzó escribiendo reseñas históricas en 1983, durante una pasantía de dos años en la división de investigaciones históricas del desaparecido Museo Histórico Militar, en ese tiempo escribió una recopilación de los momentos estelares en la vida de Simón Bolívar y Quince Banderas precedentes; después continuaría escribiendo manuales didácticos para formación técnica industrial, hasta 2007 que abandona el rol de escribidor y se declara escritor, tomando el pseudónimo de Lúdico, autogestiona una complicación de poemas para compartir entre amistades y familiares que denominó «Versos de obreros y ateos»; reincide dos años más tardes con «Cuentos de obreros y Ateos», paralelamente colabora con la revista Experto en Arte FD.

En 2018 emigra a Argentina dónde vive actualmente, en 2020 propone junto a Alejandro Cárdenas, una fórmula para escribir poemas siguiendo los números de la secuencia Pi, en 2021 impulsa el festival internacional de poesía letra lúdica (Feipoll) para reunir poetas de cualquier lugar del mundo mediante exposiciones virtuales a través de las redes sociales.

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Azufre

Acomodo
la rigidez
del barco
sobre una molécula
de azufre.
Amarro anclas
en viejos muelles corroídos
del isótopo catorce.

Al desembarcar oímos por la radio,
una cadena de oraciones a la virgen del Rosario.

—Lógico.
En el azufre
aún existen cadenas
radioactivas.
Es por ello que los diablos
lo prefieren
para amarillear sus tropas;
se sabe que un demonio
mastica pólvora en su boca
y sin clemencia, defeca plomo.

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Antorchas en la soledad

Liberaste un ave
por cada símbolo de ausencia
que notaste en el agreste crecimiento
de las Frágiles violetas.
Holocaustas esperanzas
en las extremidades de la noche
Y solo un eco se anima
en responder las vibraciones de tu voz.
Instantes de quebrada voluntad
girando volantes y timones
(Comprender cuesta una cuantía).
Nadie suele buscar galimatías
al oeste de otros corazones
mientras haya antorchas ardiendo
en las grietas de la soledad.