Una avispa muerta llegó
hasta mi herida y sufro alucinaciones.
Llevo un faro lento en mi mirada,
hasta hacerse uno, con el instante de una palabra.

Poetisa, descúbreme instantes dentro de una luciérnaga, aquella que de tus ojos escribe parafernalias y epifanías. Quiero azular el cuadernillo donde guardo melancolías y el ave de mi imaginación.

El poema sucede antes que agonice el instante.

En la esquina de un hueco lleno de tildes,
están enredadas las cenizas de un beso.
Hay trapecios, la obscenidad de una distancia…
<<Una huella>>
Libaciones que amarran libélulas muertas, en un cordel coagulado de instantes.

El placer se lo conjuga muy lentamente de tal manera que lo instantes recorridos sepan a eternidad.