Tu vientre me sabe a mariposas
a esa fiebre sumergida al centro vacío de un aguacero.
Eres ese verso que en mi piel derramó sus alas.
Ese sacramento de largas memorias
hacia lo umbilical de una columna de trasparencias.
En tu mano llevaste exactitudes en círculos textuales a mis venas.
Duele mi piel fuera de tu respiración.
Lejanía e intermitencias…
En el dolor de un pequeño susurro azul,
gime la brisa de un corazón que te extraña.