Mis ojos, dos piedras lanzadas sin piedad a un círculo de agua…
Duele la profundidad de mis preguntas
en la promiscuidad de una guitarra,
en una fábula de padrenuestros y rayuelas destruidas.

Tengo en mis ojos, trayectorias en las esquirlas de mi infancia.
Sus pequeñas luciérnagas me vieron morir
al recoger a un caballo urgente de sexo
lleno de olor a fruta mordida, debajo de la lluvia…

Un ave renombrada en una sombra caída
busca la sed de mis premoniciones
y tengo un mudo hijo, en el revés libro de mis apuros.

Mis ojos me duelen. En el peso de las lágrimas, zumban caracteres anticuados
y sangre de árboles. Cuán lejos he llegado…
Y en la imaginación de animales puros he domesticado mi alma.
He comprado un ticket de salida, un cascabel sin eco y un fragmento de Dios,
para cruzar un nicho vacío con mis ojos, desenterrados entre los muertos…

Fotografía: Moritz Aust